El arte es la materialización de un delirio

El arte es la materialización de un delirio

lunes, 11 de mayo de 2015

Musica ambiental

 
 
Uno de los instrumentos fundamentales que necesito cuando empiezo una escultura es la música que sonará en el estudio. Tengo la sanísima costumbre de procurar empatizar con el personaje, teletransportarme a su contexto histórico y adaptarme a sus circunstancias. Además de leer todo lo que cae en mis manos sobre la persona en cuestión, procuro elaborar una lista de reproducción con la música de la época o que me inspire el ardor necesario para llevar a buen puerto el proyecto. Al cabo de los años me he juntado con una colección de discos de lo más ecléctica. Si para retratar a Julio Robles, escuchaba a Rafael Farina y su Salmanca, tierra mía, para homenajear al Peregrino Xacobeo hacía lo propio con la BSO de La Misión. La gaita de Hevia amenizaba el trabajo con Don Pelayo, la BSO de El Reino de los Cielos con Fernán González y la de 1492 La Conquista del Paraíso con Isabel la Católica. También recomiendo escuchar a Boccherini mientras se observa el Monumento a Blas de Lezo. Mi costumbre de pulsar insistentemente el botón de volver a reproducir, me hizo aprenderme de memoria el Poema Los Comuneros de Luis López Álvarez interpretado por el Nuevo Mester de Juglaría. Claro que cuando terminé el Monumento a los Comuneros estaba tan poseído por el personaje principal que le preguntaba a mi mujer: ¿Escuchas? ¿Oyes el ruido de fondo? El rugido de cientos de hombres a lo lejos, el rechinar de las espadas desenvainándose, Alonso de Arreo, desgañitándose en la última arenga a sus tropas. Preparémonos para la batalla final, mañana nos peleamos con el molde.

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